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Lo que esconde su silencio: rompiendo tabúes

  • Foto del escritor: Sara Berenice
    Sara Berenice
  • 20 may 2023
  • 3 Min. de lectura
[Reportaje]


La justicia no es machista, aquellos quienes crean las leyes y normas sí lo son. El tabú de la violación lo imponen los mismos seres humanos, para quienes es difícil asimilar que no solo los hombres tienen derecho a salir, divertirse, ingerir alcohol, andar por la calle hasta altas horas de la noche y tener un relación sin necesidad de ser irrespetados.

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Detener el concepto de violencia de género [Ilustración], Freepick (https://bit.ly/3qCF4Su). Free Graphic Resources


Rompiendo tabúes
Mi agresor vivía en un conjunto donde habían casas en construcción. Supongo que en el camino se le ocurrió la grandiosa idea de llevarme ahí —como un perro—, recostarme sobre los ladrillos y quitarme el pantalón. Yo estaba muy débil y mareada como para poder defenderme, además, mi agresor era mucho más alto y robusto que yo. ¡Solo quería que dejara de tocarme y besarme, nada más! No recuerdo a ciencia cierta cómo sucedió, lo único que sentí fue mucho dolor. Mi agresor no quería parar, de hecho, ¡nunca paro! Esos minutos se hicieron una eternidad, hasta que por fin se detuvo —cuando claramente ya estuvo satisfecho—. Casi como un robot, me subí el pantalón, me alejé del lugar y salí a la calle principal para tomar un taxi y regresar a mi hogar. Con el pantalón roto y los ojos llorosos me preparaba para explicar la peor pesadilla de mi vida. Me interrogaba, constantemente, para saber qué era lo que había hecho tan mal para que me robaran mi virginidad Amanda (nombre protegido).

Después de una agresión aparece el pánico por volver a ser víctima de una nueva, el miedo a las consecuencias de aquello que nunca se buscó y el sentimiento de vergüenza y culpabilidad. Atreverse a denunciar es un paso que cuesta dar, más aún cuando el sistema se encarga de absolver al agresor y culpabilizar a la víctima. "He escuchado que cuando se denuncia, aquellos que escuchan el relato de los hechos ponen en duda lo que se dice y hacen preguntas que lejos de ayudar, confunden" menciona Leonor Salazar, ciudadana ecuatoriana. Una situación que legitima la violencia, pues no se trata de la ropa, los gestos, las palabras, la hora o las circunstancias, la víctima nunca deseó ser violentada.


A la más mínima duda, se da la razón al acusado y se le absuelve de la culpa

Respuestas de los participantes hombres

Respuestas de las participantes mujeres

​“Lleva dinero, las llaves del auto; busca un buen lugar donde parquear y regresa temprano”

“Dime ¿con quién sales, a dónde vas, cuánto tiempo vas a quedarte y cómo vas a regresar? Avisa todo lo que hagas y los inconvenientes que tengas"

“Sal nomas. Si tomas, quédate en un lugar específico y, por favor, avisa"

"Ten cuidado con quien se te acerca, escríbeme cuando llegues al lugar, me dices quiénes son tus amigos con los que vas a estar. No tomes bebidas que no hayas abierto o que no veas que abren frente a ti y llega a tiempo a la casa”

"Anda, diviértete y pásala bien. No olvides llevar la llave para que puedas entrar a la casa”

“¿A qué hora vas a regresar? Te vamos a estar llamado, no vayas a beber alcohol, no aceptes nada a nadie”

La encuesta —en la cual se omiten los nombres de los participantes por respeto a su privacidad— pone de relieve la triste realidad. Aquellas frases "no vuelvas sola a casa", "de cualquier lado puede salir alguien", "que siempre te acompañen" parecen estar hechas solo para las mujeres. Ellas son quienes deben estar preparadas y detectar el peligro 24/7. Sentirse insegura, fijarse en cada coche que pasa, observar a todas las personas que se acercan o alejan, seleccionar los lugares con mayor iluminación y menos desolados es lo que implica ser mujer hoy en día.


¡Las víctimas no son de cristal!

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La ciega [Ilustración], por drago, s.f, Pinterest (https://bit.ly/3S2tP1j). Licencia Global Libre


El abuso sexual se ha convertido en un tema que del cual es preferible no hablar y el testimonio de la víctima en una bomba de tiempo por explotar. Frente a esto, la sociedad pretende corregir su error obligando a la mujer agredida a “recapacitar” y aceptar que se "equivocó".




Total, mientras no sea a mí ni a nadie conocido, no pasa nada....es solo una más. Por eso yo te invito a pensar que las víctimas son como tú y como yo, pueden ser nuestras abuelas, mamás, hermanas y conocidas. No les demos la espalda, sino ayudemos a estas mujeres —con una extraordinaria capacidad de resiliencia— a completar su lucha.





Sara Berenice
 
 
 

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