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Lo que esconde su silencio: desenmascarando al agresor

  • Foto del escritor: Sara Berenice
    Sara Berenice
  • 22 jul 2023
  • 3 Min. de lectura
[Reportaje]


La justicia no es machista, aquellos quienes crean las leyes y normas sí lo son. El tabú de la violación lo imponen los mismos seres humanos, para quienes es difícil asimilar que no solo los hombres tienen derecho a salir, divertirse, ingerir alcohol, andar por la calle hasta altas horas de la noche y vacilar sin necesidad de ser irrespetados.

Detener el concepto de violencia de género [Ilustración], Pinterest (https://bit.ly/3DtaB0Z). Free Graphic Resources

El taxi se detuvo y mis pensamientos también...estaba frente al portón de mi casa. Yo esperaba que nadie me viera llegar, pues no quería contar mi desgracia. Había escuchado —infinidad de veces, para ser exacta— las historias de chicas abusadas sexualmente; pero, no podía creer que me había convertido en un número más de esas estadísticas. Al entrar en mi hogar vi a mi madre sentada en el sillón de la sala y supuse que me cuestionaría sobre la hora de llegada, pero lo que sucedió me estremeció el alma. Ella, preocupada en gran medida, se dio cuenta que había llorado y que mi pantalón estaba desgarrado. Después de unos segundos me preguntó qué había pasado. Me mantuve en silencio durante algunos minutos y luego respondí tajantemente: "nada, no me pasó nada". Pasaba el tiempo y yo no comía, no dormía, no salía. Era más que obvio que mi madre intuía que algo me pasaba y constantemente preguntaba sobre aquel día —solo ahora entiendo que lo único que buscaba era ayudar—. Pasó un mes y no podía con tanto dolor, entonces decidí hablar. "Me violaron" recuerdo que fue lo único que pude pronunciar… Amanda (nombre protegido).

Amanda nunca denunció ni lo hará. Ella tenía y aún tiene miedo de ser juzgada y de volver a repetir aquella situación que tanto daño le causaba.


En el Ecuador existen miles de casos como el de Amanda, donde la víctima vive un calvario y el agresor vive libre y sin remordimientos. Conocer lo motivos que motivaron a los agresores a cometer los crímenes sexuales implica procesos de reestructuración interior, mismos que permiten analizar el origen del trauma y reconstruir desde el punto de quiebre. "Un proceso de reseteo cerebral que posibilita formar distintas realidades y hablar de rehabilitación, para que se concientice sobre lo cometido y se revierta el comportamiento. Lo cual solo será posible si se da el primer paso: reconocerse como agresor” estipula Ana Karina Reascos, psicóloga.


¿Qué dice el Sistema Ecuatoriano?

En América Latina y el Caribe, hasta los años noventa, la violencia contra las mujeres, principalmente, la acaecida en el ámbito familiar, era considerada un asunto privado en el cual el Estado no debía intervenir. Se tendía a asumir que la violencia hacia la población femenina ocurría de forma aislada, y no se la concebía como un problema social y de política pública. El Ecuador no era una excepción, de manera que ninguna mujer que sufría violencia por parte de su pareja tenía la posibilidad de denunciarla o de exigir sanción para el agresor. Es apenas a finales de los ochenta cuando en el país se empieza a hablar de la violencia contra las mujeres en el escenario público, como resultado de las acciones del movimiento de mujeres para llamar la atención sobre este hecho, y de la divulgación de los resultados de las primeras investigaciones y estudios realizados por organizaciones de la sociedad civil, que mostraban la magnitud y la gravedad del problema (INEC)


Ecuador es un país machista que denigra a las mujeres y sobrevalora a los hombres; sobre todo, cuando de denuncias sexuales se trata —algo que me duele, pues como ecuatoriana me gustaría poder decir todo lo contrario—. Una sociedad que lejos de impugnar los hechos violentos, culpa las “acciones de quienes lo provocaron, o sea las acciones de ellas”.


Al final, siempre me mantuve en silencio por miedo al qué dirán. Toda la carrera vi a mi agresor pasear tranquilo por la Universidad. Sé que denunciar después de cinco años es inútil, nadie hará nada ni la justicia me creerá. Entonces, no sirve de nada contarlo, ¿o sí? Bien o mal, el secreto es mi aliado y los hechos de aquel día mi peor calvario. Amanda (nombre protegido).
Sara Berenice

 
 
 

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